¿Somos un modelo para los menores?

Es curioso cómo según crecen los hijos los padres también crecemos. No tiene nada que ver ser padre de un bebé, de un niño o de un preadolescente, los hijos crecen, evolucionan y los padres lo hacemos con ellos.

Cuando nuestros hijos son bebés las preocupaciones que tenemos los padres son básicas, primarias casi, te preocupa la salud, la alimentación, el sueño, después te preocupa el colegio, la educación, más adelante te comienzan a preocupar sus relaciones, sus amigos, sus aficiones… Cada vez las preocupaciones son más numerosas, se van añadiendo a la lista, pero cambian las prioridades.

Las nuevas tecnologías y las redes sociales han añadido una preocupación nueva que nos atañe tanto a padres como a docentes. La omnipresencia de internet y la ubicuidad de las redes sociales han proporcionado una nueva dimensión en las relaciones de nuestros menores.

Todos los adultos que intervenimos en la educación de los menores tenemos la obligación de educar a los niños en el uso correcto de las TIC. Puede llegar a ser muy confuso el uso que los menores hacen de aplicaciones como Whatsapp o Instagram, por eso es nuestra labor el enseñarles a analizar y a relativizar la información que obtienen en la pantalla de su smartphone, fruto de las diferentes redes sociales que manejan. Normalmente les hablamos de los peligros de las redes sociales, de los casos de ciberbullying, de grooming o sexting, pero también es cierto que cuando son conocedores de esos peligros pueden llegar a ser demasiado temerosos y a imaginar y alarmarse por situaciones muy estresantes para ellos, sus amigos, e incluso los padres de sus amigos.

Para aquellos más recelosos, ver que un amigo no ha conectado al Whatsapp durante horas, y que tiene nuevas amistades en Facebook o seguidores de Instagram que desconoce puede llevarle a pensar situaciones horribles.

Si solo les hablamos de los peligros de internet, y de que hay un mundo real detrás de esos perfiles online que no sabemos si serán verdaderos o falsos, pero no les damos también mecanismos para reflexionar y analizar lo que están viendo, nos estamos quedando a medias en su educación. Es necesario que se respete la intimidad de los demás, y que se sepa que la conectividad de sus smartphones y tabletas puede ser limitada.

No tiene sentido angustiarse si un amigo no responde a un mensaje, o si no le hemos visto online durante unas horas porque las baterías de los dispositivos se agotan, aún hay lugares en los que no hay cobertura, o simplemente pueden haber desconectado los datos, el WiFi o apagado el móvil.

Habría que intentar primar la importancia de las relaciones reales, personales no online, y mantenerlas más allá de lo que suceda en las redes sociales. No se debe olvidar quién es tu amigo de verdad, y quién puede estar manipulando la información para aparentar situaciones que no existen en la realidad.

El control continuo al que estamos sometidos, la celeridad de respuesta a la que se están acostumbrando los chicos y chicas y la necesidad de establecer un contacto inmediato, suponen un problema cuando no se es capaz de analizar la multitud de causas por las que una persona, adulto o menor, puede no responder a una llamada, a un mensaje o no darle un me gusta.

Como siempre, hay que ser cauteloso con nuestros actos como adultos y plantearnos qué imagen y qué ejemplo les damos a los chicos y chicas. ¿Nos angustiamos rápidamente si alguien no responde a nuestra llamada?¿Nos enfadamos si compartimos una foto y no tenemos todos los me gusta que esperábamos?¿Comprobamos continuamente cuándo fue la última conexión de nuestra pareja?¿Controlamos quién responde y quién no a nuestros mensajes en grupo?¿Usamos un vocabulario inadecuado con nuestros amigos online? No olvidemos que somos un modelo para los menores.

Sería interesante reflexionar sobre nuestro comportamiento como modelo que somos para los niños y niñas. Los padres y maestros educamos aún cuando creemos que no lo estamos haciendo, nuestra capacidad para controlar emociones e impulsos, nuestros comentarios o costumbres y el uso que hacemos de la tecnología educan a nuestros chicos y chicas continuamente, simplemente por imitación.

Espero que te haya resultado interesante este artículo de reflexión sobre cómo actuamos los adultos y cómo queremos que actúen los menores. Si es así, por favor compártelo.

Gracias por leernos

1 comentario en “¿Somos un modelo para los menores?

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