La niñofobia, un fenómeno que se extiende fácilmente por las redes sociales.
Recuerdo con una media sonrisa en los labios a una vecina a la que se oía desde todo el vecindario gritar “malditos niños” a sus propios hijos, cuando aún estos eran pequeños. La situación resultaba cómica a todo aquel ajeno a dicha situación, la verdad, la desesperación de una madre en ciertos momentos sobrepasada por la carga de criar a varios hijos o la experiencia de criar a un niño, no en vano, es algo que ha usado como recurso más de un cómico.
A pesar de lo políticamente incorrecto del comentario de esta señora, lo recuerdo sin maldad. A lo mejor ayuda que entonces no hubiera Facebook ni Twitter, y que lo que dijera esta madre no salía del vecindario. Bastante distintas resultan las experiencias que se pueden leer últimamente en diferentes medios, ahora que las redes sociales envalentonan a muchos hasta decir auténticas barbaridades.
A mí nadie me vendió que la maternidad fuera a ser maravillosa, más bien al contrario, a lo mejor cada uno ve lo que quiere ver. Pero yo era consciente de lo que hacía antes de tener hijos. Mientras otras parejas preferían vivir una vida de DINKIS (Double income no kids), nosotros decidimos tener niños. Hay madres que se arrepienten de serlo, y no las juzgo por ello. Seguro que es muy duro llegar a esa situación. Pero a pesar de ello, dicen seguir queriendo a sus hijos.
A mí esto me recuerda, salvando las distancias, al que compra un cachorro sin haberse concienciado antes de toda la responsabilidad que eso conlleva y después se arrepiente, y lo abandona a su suerte. Se han hecho muchas campañas para evitar que esto suceda. A lo mejor debería haber unas clases, no las de preparación al parto (sería un poco tarde) en las que se contaran los verdaderos problemas, las responsabilidades, todos esos temas tabú asociados a la crianza, la paternidad, y la maternidad, los sentimientos encontrados y las emociones que pueden ser no aceptadas socialmente, de los que nadie habla, y promover la asistencia a esas clases antes de que nadie se aventure a tener hijos sin saber qué se les viene encima.
Una tendencia que me preocupa son las historias que se propagan por internet y que solo hacen que acrecentar la niñofobia o paidofobia. Odiar a los niños, arrepentirse de ser madre o padre, y reconocerlo públicamente está en auge. ¿Estamos ante un tabú que se rompe o una tendencia peligrosa, que nos pone incluso en compromiso como especie? Si todo tiene un ciclo de vida, hasta la humanidad, ¿seremos nosotros mismos nuestro peor enemigo? ¿Una reacción natural para controlar la natalidad?
El futuro de la humanidad, algo sobre lo que discuten expertos del MIT, podría pasar por tomar el eugenismo como solución para mejorar nuestra especie. (La eugenesia se define en la Wikipedia como una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos). Espero que no lleguemos a eso, pero ¿es moralmente más aceptable odiar a los de tu propia condición? ¿Se puede odiar una etapa de la vida por la que todos hemos pasado?
El desprecio a la infancia llega hasta tal punto que, mientras unos luchan contra el ciberacoso, hay padres que hacen bullying a sus propios hijos: son los “padres troll”, que con la intención de dar una lección a sus retoños, les dejan en ridículo usando las redes sociales. Yo me pregunto ¿cómo se puede sentir un niño después de esto?
En otras ocasiones, el odio lo manifiestan en internet adultos ajenos al pequeño, que sin pudor llegan a desear la muerte de un chiquillo, como sucedió con el chico enfermo de cáncer que deseaba ser torero y al que una persona antitaurina le deseó abiertamente la muerte. Me gustan los animales, me crié en una granja, me encariñaba con los pollos, los conejos, los pavos, las gallinas… lo cual era un problema, porque muchos acababan en la cazuela o en la paella. Pero de ahí a desear la muerte de una persona por ello, y en concreto de un niño, va un gran trecho.
Me da miedo imaginar a dónde puede llegar esta tendencia si sigue creciendo. Espero que quede en una mera anécdota, una moda pasajera, una tendencia de los medios de comunicación; en noticias que son eso, noticias, por lo raro y poco frecuente del hecho, pero ahora me acuerdo de la vecina que decía aquello de malditos niños y pienso ¿de verdad? ¿Malditos niños? Ya no sé si me hace gracia. Si hemos reconocido que la xenofobia, la homofobia y todas las fobias son deleznables, espero que no nos resulte menos reprochable la paidofobia o niñofobia.