No recuerdo exactamente cuando tuve mi primera cuenta de correo electrónico, pero es algo que sin duda puedo fechar de mis años de universidad. Mis hijos sin embargo tienen desde hace ya unos cuantos años una cuenta de correo electrónico cada uno, teniendo en cuenta que la mayor tiene casi 11 años y la más pequeña 7, seguramente ésta última tuviera su primera cuenta de correo electrónico a la temprana edad de 3 años. Es tan sencillo que muchos padres no dudamos en crearles una. A los niños les hace sentirse mayores, y a los padres nos parece algo totalmente inocente. Mis hijos saben su dirección de correo electrónico, y la usan esporádicamente, aún.
Puede que a algunos os parezca una barbaridad que un niño tenga una cuenta de correo electrónico, pero no tiene por qué. Tienen su dirección de correo postal, en los colegios se formenta desde pequeñitos el intercambio de direcciones para que en verano se manden postales, por ejemplo. Por qué no crearles una cuenta de correo electrónico para el mismo propósito.
Para mi la parte negativa de que tengan su cuenta de correo electrónico es que si son capaces de recordar sus credenciales les das la libertad de subscribirse a todo sin pensar en nada. Por ejemplo, si les han hablado sus amigos de alguna comunidad virtual tipo habbo (hablaré de estas comunidades en otra entrada del blog) o algún sitio web al que subscribirse, aunque en la página de registro les pidan el e-mail de sus padres, como ya tienen su correo electrónico, inocentemente o no, pondrán su cuenta de correo y no la de los papás, sencillamente porque es más fácil, porque en ese momento puede que no puedas atenderles o por mil razones. Está claro que no podemos estar al lado de nuestros hijos a todas horas, que mientras trabajamos ellos ya han salido del colegio y regresado a casa, que aunque digas claramente que el ordenador no se usa entre semana, y aunque la canguro, la abuela o la au pair estén con ellos, pueden acceder al ordenador y darse de alta en algún sitio. Y pondrán su dirección de e-mail antes que la de los papás.
Para salvar este inconveniente deberíamos comprobar con frecuencia el correo de nuestros hijos pequeños, mientras sean pequeños nada nos lo impide, cuando crezcan ya se encargarán de crear su propia cuenta de correo y guardar su contraseña a buen recaudo para que no sepamos qué pasa en la intimidad de su correo electrónico. Pero mientras tanto, deberíamos compartir sus primeros pasos, y educarles a comprender y utilizar responsablemente el correo electrónico. Nuestro objetivo debería ser enseñales a usar el correo electrónico correctamente: no utilizar lenguaje soez, escribir correctamente sin faltas de ortografía, no re-enviar e-mails en cadena que no contribuyen más que a la propagación de bulos (hoax), desconfiar de e-mails que pidan datos personales como dirección postal, teléfono, números de cuenta bancaria, no enviar fotos innecesarias, usar un antivirus para analizar archivos adjuntos, no utilizar el correo nunca para hacer daño a nadie. No se trata de crear miedo, no debemos alarmarnos ni prohibir el uso del correo electrónico, sino de darles unas pautas para que desarrollen un sentido de la responsabilidad, para que sean capaces de identificar un potencial peligro, y para que confien en los adultos como figura a la que comunicar un posible mal uso del correo electrónico, un acto abusivo, de estafa o de acoso.
Con un smartphone es realmente sencillo configurar cuantas cuentas de correo necesites, por lo que yo recomendaría que cuando creéis la cuenta de correo de vuestro peque primero recordeis la contraseña, como de costumbre, y segundo configuréis esa cuenta en vuestro smartphone. Si no la usa nadie, no os molestará porque no recibireis ningún correo, y si recibe alguno podréis comprobar de qué se trata.
A estas alturas, ya te habrás dado cuenta de qué pocas cosas te quedan que sean tuyas únicamente, cuando tienes hijos no hay prácticamente ningún rincón de tu vida que vuelva a gozar de la intimidad que tenías antes de tener hijos, hasta tomar un vaso de agua, o un bocadillo deja de ser un acto individual, no importa si tienes uno, dos o más hijos, todos querrán tu agua o tu bocadillo. Con tu móvil, con tu portátil o con tu tableta ocurre lo mismo. Si llamas por teléfono, quieren hablar, si mandas un whatsapp quieren también mandar uno ellos, si haces una foto, querrán hacer cientos de fotos, todo lo que hagas capta su atención. No me parece mala idea que seamos transparentes (en la medida de lo posible) con lo que hacemos con nuestro móvil, o nuestro ordenador, porque creo que hay que predicar con el ejemplo.
Si saben que en nuestro móvil estamos recibiendo su correo electrónico desde bien pequeños, y que pueden usar nuestro teléfono para responder a un amigo que le haya mandado un e-mail, y les das la confianza de enviar sus mensajes desde tu terminal, puede que retrasemos en ellos el deseo de tener su propio dispositivo, y puede que cuando tengan el suyo no lo vean como algo inviolable, y creo que podemos evitarnos problemas en el futuro, educándoles de esta manera a compartir, a respetar y a no hacer o decir nada mediante la tecnología que no harían en público. Lo que escribes, las fotos que haces, o todo aquello que puede llegar a la otra parte del mundo en cuestión de segundos necesita de una meditación previa. Nunca es pronto para enseñarles a ser siempre correctos, incluso mandando un simple correo electrónico desde su primera cuenta de correo.
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Muy interesante, os seguiré de cerca
Gracias Laura, me alegro de que te guste!
Muy interesante Eva! Muchas gracias por compartir! 🙂