Cuando leáis este artículo., a lo mejor os parece que en esta entrada me contradigo un poco. A estas alturas puede que haya dado la imagen de que soy pro tecnología a muerte, de que no concibo la vida en ninguno de sus ámbitos sin una conexión a internet y un dispositivo conectado. Y si he decidido titular este post como lo he hecho es porque quiero hacer una reflexión sobre cómo lo analógico, lo antiguo, lo tradicional convive con lo digital y si esto puede seguir así o no.
En temas de educación Sir Kevin Robinson es una eminencia, me encantan sus charlas TED. Me gustaría tanto llegar a ver un cambio en el sistema educativo en línea con lo que Ken Robinson propugna, una educación en la que se potencie la creatividad de cada niño y niña, se identifique el talento de cada individuo y se lleve a su máxima expresión. Encontrar lo que a cada uno le apasiona, aquello en lo que las horas se te pasan como si fueran minutos y realmente te llena y te hace feliz. Esa debería ser la meta del sistema educativo, encontrar un lugar para cada persona acorde con sus talentos y su pasión real.
También me interesa mucho la teoría de Howard Gardner sobre las inteligencias múltiples. Howard Gardner sostiene que existen diferentes tipos de inteligencias y defiende que lo que tradicionalmente se ha denominado talento puede pasar a considerarse con toda propiedad una inteligencia. Así pues, normalmente se dice que alguien es inteligente porque es bueno en matemáticas o en literatura, pero se dice que tiene talento para la música. Sin embargo, Gardner asegura que hay una inteligencia para la música también. Y así hasta 8 tipos de inteligencias, incluso recientemente ha añadido alguna más: la lingüística-verbal, la lógica-matemática, la física-cinestésica, la espacial, la musical, la interpersonal y la intrapersonal. Incluso se habla de una inteligencia digital.
Algunos centros educativos ya siguen el modelo de Howard Gardner en sus aulas. Hay quien lo llama la pedagogía blanca.
Si tenemos en cuenta a Robinson y a Gardner podemos ver que en ambos casos se clama un cambio en el modelo educativo en el que se potencie la creatividad, se personalice teniendo en cuenta el talento o el tipo de inteligencia de cada niño y se deje de clasificar a los alumnos sólo por si son buenos en matemáticas y lengua o no. Me parece muy triste cuando veo a niños perfectamente felices e inteligentes que no encajan en el modelo educativo de su colegio o de sus profesores y no se encuentra una solución para que esos niños progresen en su educación.
Encontrar el modo en que cada niño asimila las ideas y conceptos, aprende, cuáles son sus inteligencias más destacadas, y realzar la creatividad de cada estudiante es algo que se puede hacer con pizarra digital y sin ella. A lo que voy es a que se suele culpar a la escasez de medios tecnológicos en las aulas, a la falta de formación digital de los equipos docentes, a la famosa brecha digital en definitiva, de que los alumnos se desmotiven, se aburran o no obtengan los resultados esperados. Desde luego, nos hacen falta más pizarras digitales y tabletas en los colegios, pero si solo trasladamos el mismo sistema educativo, los mismos temarios, que antes se escribían en la pizarra tradicional a la pizarra digital no creo que vayamos a resolver el problema.
Las pizarras tradicionales también gustan a los chicos. En casa tenemos una pizarra de IKEA, a mi hijo le gusta estudiar delante de esa pizarra, el vocabulario de Science lo escribe ahí con rotuladores de colores. Y también le gusta jugar a la consola, pero por eso no deja de sentarse delante de una pizarra a dibujar o escribir con tizas o rotuladores. Lo que quiero decir con esto es que los niños son muy flexibles, ser nativo digital no creo que esté reñido con seguir apreciando juegos tradicionales. Hace un año nos mudamos de casa, y mis hijos decidieron que el mejor juguete en ese momento, incluso mejor que las tabletas, eran las cajas vacías de la mudanza. Jugaron con ellas durante horas y durante varios días. Cuántas veces le hacemos un regalo a un niño, y en vez de jugar con el juguete nuevo se entretiene con la caja. Una caja para un niño al que aún le quede imaginación y creatividad tiene un potencial tremendo.
A los niños les gusta variar, se cansan tanto de jugar a la pelota como de jugar a videojuegos, por lo que en el aula entiendo que debe ser lo mismo. Pueden hacer pulseritas con gomas y dos tenedores gracias a que han visto un video en Youtube que les enseña como hacer una serpiente con gomitas, y olvidarse durante horas de jugar a la tableta, pero también pueden aprender las tablas de multiplicar con una app en el smartphone de sus padres. Lo que no conciben es un mundo en el que no puedan ir a Google a buscar lo que les interesa en ese momento, no puedan ver en youtube un video o no puedan descargarse una aplicación en cuestión de segundos.
Un claro ejemplo de cómo lo digital convive con lo tradicional son los cromos de Panini. Los Invizimals ya van por no sé qué edición. Y desde hace unos cuantos años han incluido la Realidad Aumentada en los cromos. Los cromos son un entretenimiento de antes de la era digital que se ha sabido adaptar a la era de internet. Pero a lo que los niños siguen dedicando más tiempo es a intercambiarlos. De vez en cuando ponen los cromos boca abajo delante de la tableta y con la aplicación adecuada ven en realidad aumentada un combate entre Invizimals. Pero no desdeñan los cromos, igual que no desdeñan una pizarra o un libro de papel. No creo que tengamos que digitalizar sus vidas, pueden seguir teniendo mascotas reales y también tamagotchis igual que pueden seguir usando lápices, libretas y libros. No creo que la desmotivación de los estudiantes se origine únicamente porque las pizarras aún son de tiza o de rotulador y los libros son de papel.
Es muy difícil adaptar el sistema educativo a tanto cambio, no lo dudo, pero habrá que empezar en algún momento a encauzarlo, y si tuviera que elegir entre informatizar o digitalizar las escuelas o transformarlas con el fin de potenciar la creatividad, flexibilizar la educación e identificar las inteligencias de cada niño, me quedaría con lo segundo, aunque en el equilibrio de ambas creo que es donde está la solución.
Hay otra iniciativa muy interesante en educación que se conoce con el nombre inglés “the flipped classroom” y en castellano se suele llamar la clase invertida. Es un concepto muy atractivo, sobre todo para secundaria y cursos superiores. La idea es muy sencilla. Los profesores preparan materiales para que los estudiantes estudien en casa, las clases se atienden en casa, es decir, idealmente el profesor graba su clase en video, de modo que los alumnos pueden acceder a las clases en casa, verlas con sus familias si lo necesitan, y volver a ellas cuantas veces necesiten en caso de duda. El tiempo que estén en el aula, con el profesor, será dedicado entonces a tareas prácticas, trabajos colaborativos, ejercicios, resolver dudas. Por eso se llama la clase invertida, porque en el aula se hacen los deberes que tradicionalmente se hacen en casa, y en casa se siguen las clases teóricas que habitualmente se dan en el aula. Para las familias también presenta ventajas, porque la carga de trabajo que los chicos llevan a casa es menor, y las dudas que surjan a la hora de resolver los ejercicios prácticos serán expuestas en el aula y no en el hogar, reduciendo así el estrés para las familias a la hora de ayudar a sus hijos en las tareas del colegio.
Así que aunque hacen falta más pizarras digitales, no solo con lo digital podemos esperar el cambio.
Gracias por leernos