Los niños y la tecnología (segunda parte)

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Durante los años de educación infantil los niños realizan incursiones esporádicas en el mundo digital, al menos deberían ser suficientemente espaciadas como para poder seguir llamándolas esporádicas. No creo que sea sano que un niño pequeño pase horas delante de una tableta, un ordenador o un smartphone de manera habitual. Aquí puede influir el que el niño tenga hermanos mayores o no. Desde luego si conviven niños de diferentes edades en el hogar, los pequeños son mucho más precoces en este y en otros temas.

 Con el paso a la primaria, sobre los seis o siete años, los niños consolidan la lectura. El ser capaces de leer les abre muchas puertas en el mundo digital. Ya son capaces de teclear las urls (una url es lo que tecleamos en la barrra del navegador para ir a un sitio web, por ejemplo todoeldiaconectados.com) o buscar en Google. Los amigos les comentan sitios web en los que poder jugar en línea con el ordenador, juegos que se pueden descargar en la tableta, y hablan de sus videojuegos favoritos con sus compañeros de recreo. Dado que ya son capaces de leer, les podemos explicar que no deben descargarse aplicaciones de pago, y que no pueden comprar nada porque aunque les parezca todo muy virtual, la factura del teléfono y de la tarjeta de crédito no son nada virtuales.

Pueden empezar a sentir curiosidad por facebook, sobre todo si cuando abren el navegador se encuentran el facebook de papá o de mamá abierto, desde luego, los niños quieren ser como los mayores, y si nosotros vemos el facebook a ellos les va a producir cuanto menos cierta curiosidad. Pero aún no tienen edad de tener su cuenta de facebook propia ni de pertenecer a ningura red social.

Los padres tenemos que ser un ejemplo para nuestros hijos siempre, en todos los aspectos de nuestra vida, si te dejas el facebook abierto, lleva cuidado con las fotos, comentarios, y publicaciones que los niños puedan ver, recuerda que sí tú haces un uso responsable de las redes sociales, será más sencillo explicarles cuando llegue el momento qué se debe y qué no se debe publicar en una red social o en una mensaje de mensajería instantánea.

 En cualquier caso, en esta etapa el niño querrá jugar al ordenador, o a la tableta durante cierto tiempo, puede que ya nos sea complicado prestarle nuestro portátil o nuestro smartphone, y posiblemente acabemos sucumbiendo a sus deseos de tener su dispositivo propio. Aunque suene muy tentador y nos libere de ruidos, entre otras cosas, no deberíamos dejar al niño jugar a videojuegos de cualquier tipo en su habitación, no deberíamos alterar la función de su dormitorio. El ordenador, la tableta, la consola, la televisión y el uso del móvil debería estar limitado a las zonas comunes del hogar, el salón o la sala de estar es el mejor espacio para que los niños jueguen en internet o a la consola.

Existen buenas razones por las que no deberíamos instalar un ordenador en su habitación. Por una parte porque el dormitorio normalmente es un espacio para el estudio, el descanso y los juegos tradicionales, coches, puzzles, muñecas… El entorno donde el niño realiza los deberes no debe ser el mismo que el entorno en el que puede jugar a videojuegos o navegar por internet. La tecnología nos puede ayudar en las tareas y los deberes del niño, pero no es razón suficiente para tener un ordenador en la habitación a esta edad, porque con toda probabilidad le servirá más como fuente de distracción y de desinformación que como herramienta de trabajo. Otra razón es porque puede molestarles a la hora de dormir. El mero hecho de tener un aparato electrónico conectado a la red de 220 V en el dormitorio puede interferir en el sueño del niño.

Si acordamos que el uso de tabletas, consolas, portátiles y smartphones queda relegado a un espacio común del hogar, podemos estar sentando unas buenas bases para cuando nuestro hijo llegue a la adolescencia. Podremos pedirle que se despegue de su móvil y lo deje en el salón al llegar a casa. Algo que nos evitará muchos dolores de cabeza y problemas en la dura etapa de la adolescencia.

Hace poco más de un año mis hijos descubrieron un juego llamada Minecraft, a mi personalmente no me gusta jugar ni en el ordenador, ni el móvil, pero por suerte a mi marido sí, y digo por suerte porque él descubre algunos de los juegos al mismo tiempo que los niños, y me da confianza saber su opinión. Fue mi sobrino, a los 13 años, el que introdujo a mi hijo, que entonces tenía 8, en el mundo Minecraft. Me asustaba un poco que mi hijo siguiera los pasos de su primo mayor, pero era un miedo totalmente infundado. Minecraft es un juego en el que puedes construir todo lo que quieras, mis niños construyen casas principalmente, siempre usando bloques, de modo que el juego se asimila enormemente a los LEGO. Hasta mi hija pequeña juega a este juego desde los 6 años. A mi hija mayor, que está a punto de cumplir los 11, también le gusta este juego, yo creo que es al que más tiempo dedican los tres. En el juego se encuentran con sus personajes virtuales, y a veces hemos tenido que intervenir porque hasta en el juego se hacen la puñeta y se chinchan 🙂

Un día mi marido encontró a mi hijo llorando a lágrima viva, mientras jugaba a Minecraft. Por lo que me contaron, al niño, como a muchos otros niños, le gustaba jugar con fuego (con lava concretamente) y decidió rodear su bonita casa de Minecraft con lava. La lava prendió fuego a la casa y se le quemó delante de sus narices, sin poder hacer nada, la impotencia y la rabia que sintió era indescriptible. Todo su trabajo perdido, su casa quemada sin remedio. Lo positivo de esto es que creo que fue una buena lección sobre los peligros del fuego.

Me parece genial la idea de que los cuatro tengan su usuario, su propio yo virtual en Minecraft, y se encuentren por allí, juegan juntos, pero de otra manera.

 Han pasado otros muchos juegos, páginas web y aplicaciones de móviles por sus manos, como juegosdiarios.com, juegosdechicas.com, subwaysurfers, pero sin duda Minecraft es el que más les gusta a todos sin distinción de sexo ni de edad.

 

1 comentario en “Los niños y la tecnología (segunda parte)

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